No son los nativos latinoamericanos quienes registran la
llegada del europeo a su tierra en los lejanos años de la conquista. La mirada
de los hombres y mujeres de Latinoamérica fue vedada desde el principio,
dirigida, disciplinada. Son los propios españoles quienes se apropian de esa
historia y, desde aquel obligado punto de vista, colonizan el pensamiento
latinoamericano.
Quizá por ello no resulte extraño que, aún hoy, nos atraviese un nervio servil a antiguos intereses y que, ante la llegada de inmigrantes propios de Latinoamérica,
nos ataque un pensamiento hostil que sobrevive aún en la cultura argentina: “Hay buena y mala inmigración”.
Según datos del Instituto
Nacional Contra La discriminación y Xenofobia, INADI, la percepción sobre la
discriminación hacía personas migrantes de países limítrofes es de 71 cada 100.
Es decir, el 70% de los encuestados reconoce que la población migrante en su
conjunto es percibida como grupo víctima de la discriminación. Esta percepción,
de acuerdo al punto de vista de los encuestados, está liderada por los
inmigrantes Bolivianos, seguido de los Peruanos y Los Paraguayos. Entre las razones aducidas figuran el “Robo”
de trabajo, los turnos en hospitales, y las costumbres diferentes. Sin embargo,
más allá que el porcentaje actual de inmigrantes de países europeos o angloparlantes,
sea menor, la propia encuesta no se encarga de establecer un índice en lo
referido a la discriminación de esos grupos. Esto, tiene su correlato en redes
sociales y foros de opinión en internet, dónde es fácil encontrarse con campañas
anti inmigratorias, destinadas solamente a ciudadanos de países limítrofes.
Según una noticia
publicada en los medios Diario registrado y Diario Popular, a principios de
este año, un grupo de argentinos, valiéndose de Facebook, una de las redes
sociales más utilizadas en nuestro país, llevaba adelante una campaña para
expulsar a los residentes oriundos de países vecinos, y en el foro de opinión
de esa misma noticia, basta leer algunos comentarios para darse cuenta que
efectivamente hay una idiosincrasia anti-latinoamericana instalada en un basto sector de nuestra sociedad.
“Estamos hartos de que
esta nación siempre se esté preocupando de no ofender a otras culturas, razas, etnias
(…) o a otros grupos de individuos. Nuestro origen y cultura es occidental
europea y cristiana” Reza un comentario que se puede leer en la misma nota. “Hay
más niños inmigrantes que argentinos, por eso no hay escuelas suficientes (…) X
LO MENOS QUE VENGA GENTE COMO LA GENTE” remata,
sin vergüenza, otro usuario.
Para explicar, tal vez, el
origen de este pensamiento, no bastaría con hablar de las inmigraciones
Europeas que poblaron la Argentina a
fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, y que constituían, hasta 1914, gran
parte de la población extranjera que alcanzaba al 30%. Para entender de donde
viene aquel perfil anti latinoamericano, y su naturalización, quizás haya que excavar
en varios siglos de generaciones educadas bajo un régimen de colonización y discriminación.
La propia legislación nacional,
en el artículo 25 de la constitución de 1853, mantenida luego por todas las
reformas constitucionales realizadas hasta la fecha, muestra una clara tendencia
eurocéntrica, declarando indeseable toda influencia cultural de poblaciones no
blancas:
“El Gobierno Federal
fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con
impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que
traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y
enseñar las ciencias y las artes”. Y en palabras del propio Juan Bautista
Alberdi: “Aunque pasen cien años, los rotos, los cholos o los gauchos no se
convertirán en obreros ingleses (…) en vez de dejar esas tierras a los indios
salvajes que hoy las poseen ¿Por qué no poblarlas de alemanes, ingleses y
suizos? (...) Gobernar es poblar en el sentido que poblar es educar, mejorar,
civilizar, enriquecer y engrandecer espontánea y rápidamente, como ha sucedido
en los Estados Unidos (…) Mas para civilizar por medio de la población es
preciso hacerlo con poblaciones civilizadas; para educar a nuestra América en
la libertad y en la industria es preciso poblarla con poblaciones de la Europa
más adelantada en libertad y en industria, como sucede en los Estados Unidos
[…] Gobernar es poblar, pero sin echar en olvido que poblar puede ser apestar, embrutecer,
esclavizar, según que la población trasplantada o inmigrada, en vez de ser civilizada,
sea atrasada, pobre y corrompida(…)”
En la década de 1960 los
diferentes modelos económicos de cada región, generaron un cambio debido al que
la mayoría de los posibles inmigrantes europeos reorientaron sus decisiones hacia
destinos más cercanos para ellos, y la inmigración sudamericana hacia nuestro
país, comenzó a ser el grupo más importante.
Hoy, según el Censo
Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, la población extranjera que
reside en nuestro país es del 4,5%, y dos
tercios de ellas proceden de países limítrofes, con Paraguay y Bolivia a la
cabeza.
El carácter xenófobo de las
afirmaciones que sentaron las bases de nuestra nación, naturalizaron el
discurso discriminatorio que aún pronunciamos o escuchamos pronunciar. Es
tiempo de romper con nuestro origen de colonia, con la mecánica que legitimó a
la raza conquistadora como beneficiaria en lo económico, lo social y lo político,
y a las razas nativas de las tierras conquistadas, como la raza inferior.
Es nuestra
responsabilidad, ya no como argentinos ni latinoamericanos, sino como personas,
simplemente, entender que no hay etnias ni nacionalidades superiores a las
otras. Lo merecemos como seres humanos, como pueblos reprimidos y conquistados,
como pueblos que aún sufren las consecuencias de lo ocurrido hace 500 años.
“Los nativos de
Sud-América, sometidos al bastardo régimen colonial de la explotación en favor
de la metrópoli y de la exclusión en favor de los españoles privilegiados,
formaban así una raza aparte y una raza oprimida(…) Éstas eran las
consecuencias fatales del modo como se organizó la conquista de la América por
la España, y de la teoría que hacía derivar de ese hecho, el título y el
derecho para gobernarla en beneficio de la raza conquistadora” Bartolomé Mitre,
en “Historia de San Martín y la emancipación Sud Americana”.
Hernán Minig.
Hernán Minig.
Fuentes:
http://inadi.gob.ar/wp-content/uploads/2014/01/mapa-de-la-discriminacion-2013.pdf
http://www.diariopopular.com.ar/notas/181286-grave-grupo-promueve-una-argentina-inmigrantes-limitrofes
http://www.diarioregistrado.com/sociedad/85758-argentina-sin-inmigrantes-limitrofes--una-repudiable-campana.html
http://www.clarin.com/sociedad/argentinos-pasan-horas-red-social_0_977902251.html
http://www.censo2010.indec.gov.ar/cuadrosDefinitivos/analisis_cuarta_publicacion.pdf
http://www.lanacion.com.ar/1519391-la-argentina-pierde-su-perfil-cosmopolita
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:2c_sgl-prRwJ:lasecretariadelmarques.wordpress.com/category/noticias-de-petibonia/page/18/+&cd=2&hl=es&ct=clnk&gl=ar
http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:tjDlKOdM89MJ:inadi.gob.ar/wp-content/uploads/2012/05/migrantes_y_discriminacion.pdf+&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=ar